El Correcto uso del lenguaje versus el lenguaje políticamente correcto

Por: José Clemente Torres Sánchez

Para Ludwig  Wittgenstein el mundo se expresa a través del lenguaje y en el lenguaje se puede conocer la realidad, en su Tractatus Logico-Philosophicus (1921), establece que lenguaje y realidad están estrechamente relacionados pues  debe existir coherencia lógica entre lo que se piensa y lo que se expresa para describir la realidad. Si el pensamiento y el lenguaje no logran su cometido, entonces se cae en el sinsentido, en el no-ser.

La RAE define el lenguaje como la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos. Entonces, el lenguaje es un código que se ha diseñado para comunicar –hacer común un mensaje- cuyo objetivo es alcanzar a otras personas y que ese mensaje que se comunica sea entendido por todos. Seguramente en la escuela se nos enseñó de forma simplificada el proceso de la comunicación: un emisor que es el que genera el mensaje, un código que sea comprensible, un medio donde se esparce y un receptor o receptores quienes son los destinatarios del mensaje.

Para complementar la definición, el lenguaje es una capacidad ya que es la expresión propia del pensamiento humano y tanto el lenguaje como el pensamiento requieren de signos, símbolos y sonidos para hacer que el mensaje resultante sea coherente y comprensible. Para lograrlo, son necesarias normas, estructuras y definiciones para que tanto pensamiento como lenguaje estén correctamente articulados y tengan un sentido y  significado precisos.

Debido a la diversidad lingüística se han establecido reglas para uniformar el lenguaje y pueda ser inteligible para quienes se comunican con un código lingüístico común sin importar regiones geográficas o realidades políticas. Un ejemplo claro es la Real Academia de la Lengua Española y las academias regionales de habla hispana quienes son las que se encargan de hacer posible una mejor comunicación entre los que tenemos por lenguaje común el español.

De un tiempo para acá, se ha intentado a través de colectivos de minorías imponer una agenda mundial en que el lenguaje es una de sus víctimas principales. Entre tantos argumentos que esgrimen se muestran algunos como:

  • El lenguaje es sexista y machista. Para incluir a la totalidad se utiliza el adjetivo indefinido todo y su plural todos, lo que, según los grupúsculos, es altamente discriminatorio para las mujeres y sus “aliades”. La solución sería mutilar (como el transgenerismo) dicho adjetivo y convertirlo en todes y así con toda palabra que termine en la patriarcal machista y opresiva letra o sin importar agotar las vocales. Sin embargo, ya hay normas específicas para el correcto uso de adjetivos, sustantivos, verbos, artículos y pronombres.
  • Pronombres genéricos. La RAE sostiene y sostendrá que solo hay dos géneros gramaticales: masculino y femenino. El género neutro a excepción de algunas grafías específicas no existe en español. Eso no parece importar a las colectividades quienes sostienen que existen equívocamente más de cien géneros y cada uno con su pronombre correspondiente. Errar con el pronombre correcto es causa de censura e incluso penas judiciales para quien lo menciona. Para todo lo indefinido, úsese el alguien, o el cualquiera. Pero no hay de qué preocuparse. Algunos del mismo grupo se llegan a equivocar, como cualquier persona.
  • Lenguaje racista y homófobo. Ya no es posible usar con amplia libertad la palabra negro porque es un insulto a la gente de color o afrodescendientes, o indicar exclusivamente que alguien sea del sexo masculino o femenino porque eso es discriminatorio para los que no se perciban como tales. Sería un gran problema para los que usan el humor negro para no pasar por racistas o renombrar el black metal a pesar de haber sido inventado por personas nórdicas de raza blanca.
  • Eufemismos: La RAE una vez más define eufemismo como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Al menos para las minorías la mayoría debería evitar ciertas palabras que podrían resultar ofensivas, sin embargo, no dudarían en abusar de la franqueza contra el pensamiento disidente. Así llaman por ejemplo “interrupción del embarazo al aborto, “deconstrucción a la destrucción de la identidad, además de la inclusión abusiva de anglicismos (como si no hubieran términos más específicos en español) como “mansplaining a la ignorancia temeraria.

Se podría seguir enumerando más y más situaciones pero la constante es que en todas éstas no se conforman con la definición de lenguaje mencionada arriba. Veamos brevemente.

  • No es un lenguaje diseñado para comunicar ideas universales. El lenguaje inclusivo que pretende suplantar al lenguaje sexista y machista del patriarcado, similares y conexos, no es un idioma diseñado con un código y reglas específicas, de hecho, cada colectivo tiene su propio lenguaje inclusivo (sí, algunos no usan la E, en su lugar usan la X y no dudo que otros usen la @) creando problemas de comunicación entre los mismos grupúsculos.
  • Alcance limitado. Si acaso nulo. Solo unos pocos pueden entenderlo y muy a duras penas por el problema ya mencionado anteriormente. Como no está institucionalizado, cuando se quiere aplicar al uso cotidiano resulta en un estrepitoso fracaso, ya que, al menos en nuestro idioma rige el principio de economía del lenguaje; esto es, el ahorro o la administración eficaz y razonable de términos relacionados en género, número y semántica evitando innecesariamente la repetición o redundancia de palabras.
  • Falta de coherencia, lógica y sentido. Un lenguaje que no describe la realidad de forma lógica no tiene sentido, así lo sostiene Wittgenstein. Un lenguaje que abusa de neologismos, eufemismos y demás ismos no hacen más que mostrar graves fallas de pensamiento de quienes hacen uso de éste.

Ahora, ¿cómo debe ser nuestra actitud y nuestra acción hacia la manipulación ideologizada del lenguaje? Ciertamente no queremos incomodar ni mucho menos ofender a los que se ofenden por palabras que ellos consideran ofensivas. No es posible, empero,  pedir a las rosas que crezcan sin espinas o suplicar a una cobra rey que no use veneno en sus mordidas porque podría dañar e incluso matar. En estos tiempos recientes se percibe una tendencia a dulcificar el lenguaje convirtiéndolo más amigable o friendly con la diversidad multicolor. Incluso este artículo trata de expresar las mismas ideas planteadas de otra manera que si se escribieran con franqueza podrían ser objeto de censura en las redes sociales.

Entonces, ¿deberíamos regresar al lenguaje de etiqueta del siglo XIX? Ciertamente no, aunque tiene su encanto. También hay que recordar que en aquél siglo muy pocas personas sabían expresarse con propiedad y muchos que formaban parte de la gente ordinaria, del pueblo, tenían una educación más basada en valores familiares y religiosos aunque no refinada y académica como en las altas esferas sociales.

¿Qué se puede hacer? No está de más volver a repasar los conceptos básicos de nuestro idioma, ahora que los niños siguen sus clases en casa de vez en cuando hay que empaparse de aquellas cosas que por el tiempo se han ido olvidando, preguntar si se tiene alguna duda sobre reglas gramaticales, los profesores estarán encantados de resolver cualquier duda de sus alumnos más pequeños como de los más grandes y por favor: mejoremos nuestra ortografía. Una buena escritura se obtiene con una buena lectura y ambas ayudan a una mejor expresión oral y a obtener un vocabulario digno de una respetable persona de cultura conservadora y no de alguien que pertenece a una caterva de bolcheviques e iridiscentes baladrones.

https://www.rae.es/espanol-al-dia/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas

https://www.rae.es/sites/default/files/Informe_lenguaje_inclusivo.pdf

https://www.rae.es/noticia/resumen-de-la-intervencion-del-director-de-la-rae-en-la-rueda-de-prensa-celebrada-el-dia-20

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