Joven conservador homosexual se suicida por activismo contra drag queens

Por: Luis Enrique Vázquez Cerda.

Wilson Gavin (Q.E.P.D.) fue un activista conservador homosexual de Australia: estaba a favor de la monarquía, en contra del mal llamado ‘matrimonio igualitario’ y otras ideas personales más, libertad de pensamiento que lo llevó a tomar la peor decisión que un ser humano puede cometer: el suicidio, teniendo solo 21 años.

Todo explotó cuando el joven australiano lideró una protesta contra un evento de lectura ‘Drag Queen’ (Drag Queen Story Time) para menores de edad (práctica cada vez más habitual en distintos países del mundo), en la biblioteca del Consejo de Brisbane, el domingo 07 de Febrero del 2021. “Drag Queens, are not for kids” gritó el grupo en el recinto: las imágenes de los hechos se difundieron rápidamente por redes sociales.

Wilson Gavin, se suicidó un día después de dicho evento. Presuntamente, se quitó la vida a primeras horas del lunes 08 de Febrero del 2021, después de la lluvia de ataques y críticas recibidas transcurrido el fin de semana, siendo tildado como un «acto de odio». Fue encontrado su cadáver en la estación de tren Chelmer, en Brisbane.

Muy duros comentarios se hicieron en contra de los jóvenes: fueron condenados por usuarios de internet, estudiantes, lobistas LGBT+ y hasta parlamentarios federales del país, como el diputado Trevor Evans (que los denominó como «sacos de ratas») o la concejal Vicki Howard: “Las acciones de este pequeño grupo de individuos de mente estrecha son espantosas. Esta exhibición completamente inapropiada no representa de ninguna manera cómo nos sentimos y no será tolerado nunca.”

Tras su lamentable muerte, se desencadenó una ola de reacciones en redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram, entre otras), mismos espacios que lo condenaron sólo por ser de derecha. Dichas reacciones, surgieron también en el círculo de la política australiana: el parlamentario federal George Robert Christensen, de la Coalición Liberal Nacional (partidos de centro-derecha libertarios y derecha conservadora), escribió en Twitter:

“El suicidio ocurrió luego de que los guerreros del teclado de Twitter se amontonaron contra un individuo por postura política. Twitter está roto. Es para ataques ad hominem, no para un discurso real y cuenta con la ayuda y el apoyo de los medios de comunicación. No puedo eliminar los medios, pero sí mi cuenta en Twitter. Adiós.”

                     George Robert Christensen. (@GChristensenMP, cuenta eliminada de Twitter.)

“En esencia era una persona muy decente y amable que se preocupaba por los demás. Es una tragedia para todos nosotros que finalmente sucumbió a su sufrimiento y dolor.”

Drew Pavlou, activista australiano de DD.HH y amigo del fallecido.

“Era un joven franco y de buen corazón. A pesar de tener opiniones con las que algunas personas no están de acuerdo, él las defendía con convicción. Rasgos valientes y admirables, mientras que la mayoría de nosotros en esta generación pasamos años obsesionados con lo que otros piensan de nosotros.”

Satyajeet Marrar, miembro de la Liga Monárquica Australiana.

Las redes sociales, se han convertido en un arma para atacar a los opositores: políticos, filosóficos, culturales y de cualquier disciplina que vayan en contra de lo ‘políticamente correcto’.

Esta tragedia, no es ni mucho menos la primera ocasión en que sucede algo así: la mala práctica de ‘cancelación’ (cada vez más constante y tristemente normalizada) de grupos de izquierda y muchedumbre aborregada, no sólo se ha llevado la vida de civiles activistas con determinadas ideas o críticos a otras (práctica completamente legal y loable), sino técnicamente le ha costado la carrera, el trabajo, el prestigio, la imagen o estigmatización a cientos de personas a lo largo de los últimos años.

La falsa ‘cultura’ de cancelación tiene que terminar: no importa qué lado o idea defienda (siempre que no destruya los buenos valores), esta horrible costumbre de borregos ofendidos tiene que acabar pues crea un efecto bola de nieve donde la sensibilidad aumenta cada vez más, trayendo consigo la estigmatización de cosas cada vez más ridículas y nimias de cualquier ámbito.

O se hace algo para bajar la intensidad de falsa moral progresista, o las próximas víctimas seremos tú por leer esto y yo por escribirlo.

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