Dónde empieza la vida. Parte 1

Por: Abraham Garza Alemán

Uno de los argumentos más utilizados por los sectores pro muerte, es que el embrión no es un ser humano sino que no es “un conjunto de células”, o como decía Behavoir “un Intruso” o un “Invasor”, incluso hay quienes en una triste y lamentable muestra de ignorancia se atreven a comparar la vida humana con cualquier órgano reemplazable, esto es sumamente alarmante pues al querer transformar el lenguaje, se pretende implantar en el inconsciente colectivo que la vida humana es algo reemplazable y cuyo valor depende de nuestros intereses o necesidades.

Retomando el tema del lenguaje, debemos entender la diferencia de términos, ya que coloquialmente se suelen usar términos como niño, bebe, hijo, etc. siendo el lenguaje médico es completamente diferente usualmente utilizando términos como embrión, feto, etc., ante esto me gustaría citar una frase del libro “Biología General de Campbell-Reece”:

“Es difícil imaginar que cada uno de nosotros comenzó su vida como una sola célula del tamaño aproximado del punto final de esta oración.”

Es decir, cuando analizamos este libro y cualquiera de biología humana, es un hecho básico y elemental que la vida humana empieza en la concepción.

Ya en materia de la embriología, encontramos que el producto de la fecundación se llama cigoto, y este se divide muy rápidamente originando una especie de pelota de cientos de células y después se ahueca, después de todo este proceso, en el interior de la pelota se forma otro montículo de células que es lo que le dará origen al embrión, mientras que lógicamente las células de la capa exterior darán origen a la placenta.

 Después de 5 – 7 días desde su fecundación, deja de flotar en las trompas de Falopio y pasa a adherirse al útero materno, porque solo una mujer puede quedar embarazada (las posturas progresistas sostienen lo contrario por increíble que parezca), después de movimientos, achatamientos y otros movimientos más, el embrión adquiere la ya conocida imagen del embrión en forma de dinosaurio por allá por la quinta semana de gestación.

Después de eso, empieza a adquirir la típica imagen de bebé, justamente por la octava semana no solo adquiere la forma, sino que tiene los órganos del cuerpo ya formados. Es aquí donde el embrión pasa a llamarse feto. En este periodo los órganos empiezan a crecer con la finalidad de preparar esta vida humana para su exposición extrauterina.

Debemos entender que al fusionarse el material genético tanto de la madre como del padre en la fecundación, surge el cigoto y esta es una célula que presenta una dotación de material genético única entre los seres humanos, y la única manera en la que esto pueda repetirse es si este ser humano tiene un gemelo, ya que el ADN de este nuevo ser humano es completamente diferente al de la madre y no solo eso, sino que desde la fecundación ya todo este código genético tiene las instrucciones detalladas acerca de la formación de esta nueva vida.

No es como pensaba Aristoteles o algunos otros filósofos que les encanta citar a los pro muerte, que pensaba que al inicio todo un caos, un conjunto de carne desordenada y que iba ordenándose y según este orden era embebida de un alma, ahora gracias a la ciencia podemos saber que en ningún punto de toda esta maravillosa obra de vida hay algún punto de desorden generalizado, sino que desde la fecundación, todo viene exactamente definido y las instrucciones claramente dadas.

De hecho en su gran mayoría de formación, dependerá de su propio ADN, ya que los genes de la madre no impactaran en temas como la discapacidad genética, su tendencia a la gordura, su altura, el color de sus ojos o incluso algunos rasgos de personalidad, entre otras cosas, podemos decir entonces que lo que haga la madre no importa, absolutamente no, lo que estamos dejando en claro es que el ADN de esta nueva vida ya tiene gran cantidad de instrucciones para la formación de una nueva vida, el estar dentro de la madre es necesario para la toma de nutrientes entre otras cosas, pero los genes de la madre no dominan en la formación de la vida como los propios del embrión.

Con esto podemos dar fin a ese mito que reza que este ser humano es parte del cuerpo de la madre, algo absolutamente falso, está dentro de la madre pero no es parte de la madre ya que esto se puede evidenciar fácilmente al resaltar que este embrión puede pertenecer a un distinto grupo y factor sanguíneo, tanto así que durante las primeras dos semanas no necesita de la sangre materna para obtener sus nutrientes. Y cuando su tamaño es más grande, él mismo desarrolla la placenta que está compuesta por células embrionarias y le servirá de sustento y conexión. Como bien comenta Lupe Batallan, el ser humano en gestación depende del medio materno, no de la madre.

Así como nosotros necesitamos de ropa, el embrión necesita el vientre materno, no a una mujer en particular, algo bastante contradictorio en la ideología pro muerte es que aplauden el “vientre de alquiler”, ya que la vida se gesta en el cuerpo de una mujer que sirve como incubadora mas no será la madre definitiva.

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