Por: Clemente Torres
En este mundo actual en que se sufre una crisis de valores, donde impera el relativismo moral e intelectual, donde las diversas agendas e ideologías se imponen para cambiar la mentalidad de las personas, excluyendo y cancelando a quien se atreva a pensar distinto al pensamiento políticamente correcto, de pronto, surge un pensamiento de origen antiguo que intenta responder a esta crisis que vive el mundo de hoy.
¿Qué es el estoicismo?
La escuela estoica es una doctrina filosófica fundada hacia el siglo IV a.C. por Zenón de Citio, en el contexto de las etapas finales del esplendor griego. A raíz de la muerte de Alejandro Magno y de las guerras entre reinos helenísticos se vivió una época de inestabilidad y crisis en todos los ámbitos de la vida de aquél entonces; así que surgieron pensadores quienes trataron a través de la filosofía encontrar un sentido a la vida en medio de las vicisitudes.
¿En qué consiste el estoicismo?
En primer lugar, a diferencia de anteriores sistemas filosóficos quienes se detenían a preguntarse el origen de todo, cuál era su composición y cuál era el papel del hombre en el mundo, el estoicismo se dedicó a establecer una forma de vida racional, un comportamiento en que sus emociones debían estar supeditadas a la razón, formando el carácter de la persona para enfrentarla hacia los retos que le presentaba la vida de aquél entonces.
Algunos rasgos que definen este modo de vida son:
- Los actos personales determinados por la razón llevan efectos que benefician no solo al individuo sino a los que lo rodean.
- Las cosas, las situaciones externas y todo lo que la persona no puede controlar o tener bajo su control no deben afectar su carácter y su modo de vida.
- Las emociones y todo lo que sale del individuo está imperado a controlarlas mediante la disciplina y la razón.
- La clave es tener control de sí mismo y no dejarse influenciar, sobre todo en el aspecto negativo, por agentes externos.
- El fin al que persigue el estoicismo es el logro de la virtud.
¿Qué tiene que ofrecer el estoicismo al mundo de hoy?
El estoicismo pretende ofrecer una válvula de escape, es cierto que hoy se abusa del sentimentalismo como herramienta de persuasión, y ese sentimentalismo ha arrojado a muchas personas en crisis existenciales, de identidad, de creencia y de convivencia con sus semejantes. Hay muchas personas que pasan por depresión, mentalmente están rotos porque su norma de vida era vivir según sus sentimientos y su percepción alterada de la realidad los hacía sentirse identificados de otra manera, o por la falta de atención y cariño de los padres, aunado a un adoctrinamiento agresivo ha llevado a una explosión de odio y rencor hacia todo aquello que cree que son factores de opresión: familia, religión, estado, instituciones políticas y económicas, etc. Pero al final nunca encuentran la plenitud personal. Es entonces cuando el estoicismo ofrece la práctica de las virtudes cuando muchas personas tienen una vida vacía y superficial, quiere formar en cada persona un carácter fuerte, animado, reflexivo y prudente.
Estoicismo y Cristianismo
Varios de los visitantes y lectores de esta página probablemente practican o se identifican con alguna denominación cristiana, la pregunta es: ¿Es compatible el pensamiento estoico (aplicado en la actualidad) con el cristianismo?, o, reformulando la pregunta: ¿Es posible un diálogo entre estoicismo y cristianismo? El estoicismo señala cuatro virtudes que el cristianismo adoptó aunque con algunas adecuaciones, a los que llamó virtudes cardinales:
- Conocimiento o sabiduría: habilidad de manejar situaciones aún cuando no es favorable para uno mismo. También se le asocia la virtud de la prudencia, que es ver el todo, sabiendo leer analíticamente la realidad que lo rodea.
- Justicia, ser justo y actuar conforme a la justicia.
- Fortaleza o coraje: Mostrar integridad y aplomo en las situaciones que ofrece la vida diaria, enfrentando retos.
- Templanza: La habilidad de moderarse tanto en los sentimientos, placeres y bienes materiales.
Ciertamente las virtudes ya se conocían antes del pensamiento estoico y cristiano, para los primeros fueron sus aspiraciones para lograr la eudaimonía: la felicidad en el mundo, mientras que para el cristianismo eran medios para alcanzar la santidad.
En otros aspectos llegaron a chocar, pues el estoico rechazaba la idea de vida después de la muerte así como premios y castigos correspondientes, al contrario de la trascendentalidad cristiana. El estoico también sostenía que el suicidio representaba la máxima muestra de libertad aunque criticaba el martirio cristiano, sin propósito virtuoso y lejos de toda racionalidad dejándose llevar por el sentimiento religioso.
El éxito renovado que tiene el estoicismo en nuestros tiempos es que trata de hacer un aparte entre los que enfrentan la vida continuamente como un reto y los que se encuentran con crisis emocionales, bastante comunes hoy en día: ansiedad, depresión, incertidumbre en el futuro, miedo a la muerte, pérdida de autoestima, autolesión, fatiga, etc.
Trata de animar a aquellos que tienen éstas y otras condiciones que tomen conciencia del valor de la vida, la importancia del auto-cuidado y autocontrol, fomentar la disciplina, no dejarse influenciar por lo que dicen las redes sociales, si se tiene una espiritualidad hay que practicarla para desarrollar un comportamiento ético y coherente para con las demás personas y el ambiente que los rodea, o en su defecto guiarse por las reglas y valores que dictan las leyes siempre y cuando procuren la buena convivencia, la justicia y la paz.
Ser estoico no es alguien que sufre sin motivo y no actúa; es quien se conoce a sí mismo, sabe conducir su vida coherentemente y actúa tanto para procurarse el bien y el de los demás.