Por Abraham Garza Alemán
Russell Kirk, un gran pensador norteamericano describió que una persona conservadora es aquella persona que se siente más cómoda con lo permanente que con el caos y la noche de los tiempos, esto ha sido malinterpretado de tal modo que hay quien afirma que los conservadores nos oponemos al cambio y al progreso, lo cual no podría ser más erróneo.
El conservador no aborrece el cambio, sino que como lo diría Burke “el sano cambio es lo que hace posible nuestra preservación”, lo que significa que el cambio efectivamente es bueno, siempre y cuando cumpla la condición de ser gradual y efectivamente probado que será beneficioso para la dignidad humana, en contraparte el ideal de progreso moderno, entendido como el “progresismo” es una corriente que lo único que promueve es la destrucción del orden natural, como la familia, la fe, la moral, la ética, el lenguaje y afirma que todo cambió por el simple hecho de ser diferente y “nuevo” significa que es bueno.
Es por eso por lo que vemos día con día que en todos los medios de comunicación se abrazan ideas cada vez más retorcidas y estúpidas, como la agenda multicolor, el aborto, el animalismo, el veganismo, el ambientalismo, el lenguaje inclusivo, la teoría critica de la raza, como todo esto es nuevo y supone un cambio es bueno, progreso es sinónimo de nuevo, aunque la realidad el progresismo tiene de progreso lo que el desierto tiene de agua.
En cambio, el conservador entiende que el cambio es bueno, pero existe un orden natural y vale la pena preservar todo aquello que tenga cierto valor y dignifique al ser humano, y dada la naturaleza del conservadurismo, pasamos a exponer diez principios que todo conservador comparte.
1. El conservador cree en la existencia de un orden moral perdurable
Contrario a lo que dirían los materialistas, existe una naturaleza humana, hay un orden creado para el hombre y así como no se puede cambiar la naturaleza del ser humano, hay verdades morales que son inalterables, entendiéndose el significado de orden como armonía, siendo la relación del orden íntimo del alma y el exterior de la comunidad.
Es por eso que el conservador busca una sociedad donde hombres y mujeres se rijan por una creencia en un orden moral perdurable, teniendo un firme sentido de lo correcto y lo incorrecto, entendiendo que una sociedad en donde los hombres tengan controles internos no necesitará cada vez más leyes y un estado gigantesco para mantenerlas, sí sé que robar es malo, el estado no tendrá que gastar demasiados recursos para evitar que me robe un refresco.
2. El conservador abraza las costumbres, las convenciones y la continuidad
Son las costumbres las que permiten que la gente pueda convivir pacíficamente; quienes las destruyen echan abajo muchas más cosas de las que suponen o desean, las convenciones son aquel marco que nos impide caer en eternas disputas acerca de nuestros derechos y deberes; las leyes en sí son conjuntos de convenciones. Por el lado de la continuidad, es aquel mecanismo que mantiene unidas a las sucesivas generaciones.
Es por eso que cuando triunfa una revolución, lo primero que encuentran es la necesidad de instaurar nuevas costumbres, convenciones y continuidad. Pero este es un proceso lento y doloroso.
Es por eso que los conservadores preferimos lo malo conocido que lo bueno por conocer, ya que el conservadurismo se basa en la experiencia y entiende que la sociedad actual es el sacrificio de las generaciones pasadas, por lo tanto, el cambio debe ser prudente, de modo gradual y razonadamente, nunca cortando de tajo los viejos intereses.
3. Los conservadores creen en el principio normativo
El conservador toma muy en serio las afirmaciones del gran pensador Sir Isaac Newton, “si he llegado tan alto, es porque he andado sobre hombros de gigantes”, como lo diría Burke “el individuo es necio, la especie es sabia”, así como el principio bíblico de “no hay nada nuevo debajo del cielo”, por lo tanto, debemos reflexionar sobre el legado que nos han dejado las generaciones anteriores y aprender de los errores del pasado, he ahí la importancia de aprender y entender la historia.
4. Los conservadores se guían por el principio de la prudencia
Tanto Burke como Platón coinciden en que la mayor de las virtudes es la prudencia, así que toda decisión debe contemplar sus probables consecuencias finales y no solamente de los logros inmediatos o de popularidad, es por eso que un político conservador nunca pensará solo en términos electorales, sino deberá tener una mentalidad de estadista, al mirar las consecuencias de sus actos en las generaciones futuras.
El conservador sabe que solo se debe actuar tras haber reflexionado detenidamente y evaluado todas las consecuencias. Las reformas precipitadas y agresivas son tan peligrosas como una intervención quirúrgica súbita y agresiva.
5. Los conservadores atienden al principio de la diversidad
A diferencia de lo que dicen los progresistas, el conservador respeta y valora la compleja trama de instituciones sociales y modos de vida, todo lo contrario del reduccionismo de los igualitaristas que buscan reducir al ser humano a un hombre masa que puede ser moldeado por un estado inmenso. Así que para mantener la salubre diversidad que caracteriza cualquier forma de civilización, es necesario que sobrevivan sus órdenes y clases, diferencias en las condiciones materiales de vida y las diversas manifestaciones de la desigualdad, siendo la única igualdad legítima, la igualdad ante el juicio final y la igualdad ante la ley.