Por Lic. José de Jesús Reyes Meneses
En una presunta democracia, la población tiene la facultad de poner y quitar a sus gobernantes a través de los medios democráticos. La realidad es que solo esas funciones sirven para dos cosas: para medir la popularidad del gobernante y hacer creer que hay pluralidad en la nación. En México esto fracasó.
En este año se celebra la revocación de mandato para decidir si el actual presidente sigue o se va. No sería raro si la oposición democrática lo hubiera impulsado y siguiera una campaña de promoción para interesar a la ciudadanía, pero en este caso no es así.
La actual revocación ha sido impulsada por el partido gobernante, el presidente sujeto a la revocación lo impulsa y la oposición, bueno, lo que simula como oposición, está dividida, unos a favor y otros en contra. Mientras tanto la ciudadanía muestra el mayor desinterés en esta actividad desde la consulta ciudadana del aeropuerto de Texcoco.
Es un fracaso esta revocación desde su origen legal, ya que la Constitución señala que no puede existir retroactividad en la ley en perjuicio de alguna persona, con lo cual, si la mayoría decidiera que se fuera el presidente, él podría alegar que sería a partir del siguiente sexenio que aplique o en dado caso, actuar con “bondad” y respetar la voluntad de la mayoría “renunciando”.
Si gana la mayoría por que se quede, solo sería una encuesta de popularidad, ya que solo se vería que tanto poder conserva a mitad de su sexenio y así legitimarse. Pero si no se logra que sea vinculante, representa que a la sociedad no le interesa la participación democrática, y con ello, los que influyen en el poder, podrán incluso derogar la revocación por su “gran fracaso”.
Al final de cuentas, la simulación de la participación democrática les funciona a los del poder detrás de la presidencia, porque pueden señalar que a la sociedad no le interesa ese tipo de democracia y seguir dilapidando las riquezas nacionales sin ningún tipo de sanción.
Entonces, a este punto, se preguntarán ¿qué se puede hacer en este caso o cómo actuar? Pues la respuesta es contradictoria pero simple: participar. Si, sé que se dé un resultado u otro no cambiará el mapa político del país o simplemente Andrés no se irá de la presidencia, pero si se deja de participar, si se ignora este tipo de ejercicios, la siguiente legislatura federal lo puede derogar y así perder la oportunidad de castigar a un mal gobernante.
La sociedad entera podemos convertir esta acción de una participación con trampa incluida a una que pueda ejercerse durante mucho tiempo y que sean los propios políticos quienes se pusieron la trampa, solo resta que todos lo entendamos así o seguiremos condenados a gobiernos mediocres como el actual.