Hablemos de la democracia – parte 4

Por Abraham Garza Alemán

El entender que el ser humano era egoísta y que teníamos una tendencia hacia el mal, hizo entender a los padres fundadores que el poder concentrado siempre traería graves problemas, es por eso que, tomando la idea de Montesquieu, dividieron este mismo en tres ramas: ejecutivo, legislativo y judicial.

La explicación más sencilla es ilustrarlo de la siguiente manera: tenemos un pastel y tres hombres, los tres son egoístas y trataran de aprovecharse para llevarse la rebanada más grande, así que los sujetaremos con las siguientes reglas: el primero solo marcará las líneas para cortar las rebanadas, pero como él no sabe cuál se le va a asignar, tendrá que hacer el trazado de la manera más equitativa posible, será el segundo quien hará los cortes al pastel, pero como él no sabe cuál le tocará, tendrá que seguir el trazado igualitario del primero, por último el tercero será quien reparta dichas rebanadas.

Ya que los dos primeros siguiendo su egoísmo lo dividieron de manera equitativa, el tercero solo tendrá que distribuir y de esta manera se estará usando el egoísmo propio del ser humano para limitarse a sí mismo.

Esta idea en el papel suena maravillosa, solo que tenemos que contemplar un elemento crucial, todo depende del pueblo, esto se ve cuando Benjamín Franklin al salir de una reunión del congreso, una mujer se acercó para preguntarle ¿tendremos una monarquía o república? Ante lo que Franklin respondió: una república, si es que pueden mantenerla.

Esto significa que para que una república funcione de manera eficiente, es necesario un pueblo virtuoso, un pueblo libre, consciente y que tenga principios morales bien definidos, ya que de lo contrario todo se vendrá abajo y las personas sin una noción clara de lo que implica ser libres, al menor problema y dificultad tenderán a clamar por un monarca o un buen tirano que venga a salvarlos. Esa es la razón por la que los pueblos en Latinoamérica al querer copiar el modelo americano han fracasado, porque nuestra gente aun piensa en el estado como el gran benefactor, así como niños asustadizos que van corriendo con su mamá ante la menor incertidumbre, aún no hemos aprendido que darle poder al estado solo alimenta al leviatán que más tarde vendrá a comernos, que al vender nuestra libertad a cambio de seguridad nos quedaremos sin ambas.

Es por eso que el ideal de república ha fracasado tanto en Latinoamérica y en cualquier país del medio oriente salvo Israel, ya que son sociedades con una noción muy alejada de la libertad y colectivistas en gran manera.

Entonces ¿debemos optar por la monarquía? Absolutamente no, debemos madurar como sociedad y entender que si queremos que el país salga adelante deberá ser por la grandeza de sus individuos y no por la grandeza de su gobierno, si queremos un gobierno virtuoso debemos ser primero un pueblo virtuoso, lo cual está estrechamente ligado a los controles internos y externos.

Durante sus primeros años, en Estados Unidos se impuso el ideal de la libertad religiosa, a diferencia de México que reino la intolerancia hasta casi el siglo XX, de tal manera que en el norte, para poder ser un servidor público, era necesario creer en Dios, sin importar si fueras judío, protestante o católico. El hecho de creer en un ser que veía tus acciones era necesario para poder servir a la nación, ya que era un símbolo de virtud y esto a su vez te orillan a actuar con honestidad e integridad.

Otro elemento que hoy en día casi parece pertenecer a una edad perdida es la libertad de prensa, hoy en día con todo el drama covidiano hemos sido testigos de la terrible manipulación de los medios y de realmente mostrarnos que tanto noticieros como periódicos solo dirán lo que sus titiriteros pongan en las instrucciones, es por eso que según la encuesta de Gallup en 2019, en Estados Unidos solo el 41% de la población le cree a los medios tradicionales, siendo interesante que el 69% de los demócratas creen que los medios informan de manera plena, cuidadosa y justa, por el lado de los republicanos esta cifra baja al 15%

Ya que cuando alguien dice algo que no vaya acorde al guión, no importa que sea un médico reconocido, un premio nobel o incluso el presidente, será sometido a la más vil censura, caso que le ocurrió a Donald Trump a inicios del 2021.

Como bien lo expresó el elocuente Thomas Jefferson:

“La única seguridad de todos está en una prensa libre. La fuerza de opinión pública no puede ser resistida cuando se permite libremente que se exprese. Hay que someterse a la agitación que produce. Es necesario mantener las aguas puras”

En pocas palabras, para que la república funciona es necesaria no sólo la democracia, sino la supremacía de la ley, libertad de asociación, religión, reunión, libertad de prensa, un pueblo virtuoso, libertad de posesión de armas y libertad para comerciar, llevando de la mano la propiedad privada, además de un último elemento crucial: la eterna vigilancia.

Para que la república funcione debemos vigilar eternamente a nuestro gobierno y evitar que crezca a tal grado que pueda someternos y quitarnos nuestros derechos inalienables, como buenos conservadores no podemos dar por hecho que todo está bien y dejarlo así, sino que eternamente tenemos que vigilar por nuestra libertad y evolucionar gradualmente para que así como el cuerpo humano, nuestro sistema se mantenga sano.

Sin duda la república es el mejor sistema de gobierno, nunca perfecto pero si el mejor hasta la fecha, pero también es el que más demanda participación y responsabilidad de sus ciudadanos, es por eso que es el más difícil de mantener, porque requiere el compromiso de ciudadanos libres que busquen la virtud y entiendan que deben velar por sus libertades, al contrario del resto de sistemas en los que solo debemos esperar la buena voluntad del tirano en turno y confiar que la opresión sea medianamente tolerable.

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