Por: Luis Enrique Vázquez Cerda.
En un nuevo capítulo dentro de esta novela mundial llamada circo-vid, nos encontramos con un nivel inédito dentro del sin-sentido colectivo: hace unas semanas, el diabólico PCCh creó algo que raya en el surrealismo y en la humillación humana, como lo son las nuevas pruebas PCR anales. ¿Pensabas que eso era el máximo de la maldad? El mundo comienza a aperturar nuevos campos de concentración de la religión plandémica.
¿Por qué la humanidad permitiría el regreso de algo tan maquiavélico, superando los terribles episodios vividos en el siglo XX por la extinta Unión Soviética (URSS), la Alemania Nacional-Socialista, la Cuba Castrista-Guevarista, la R.P. China Maoísta? La respuesta es simple, y es la misma que ha justificado la enajenación mental colectiva desde el año 2020: motivos de ‘salud’.
A estos campos para disidentes se les ha llamado y se les podrá denominar con mil etiquetas distintas (como ya viene siendo ‘normalidad’ con todo lo que concierne a DD.HH), falsos nombres ‘bonitos’ que sólo engañan a tontos útiles, zombies hipnotizados y borregos cobardes. “Centros de aislamiento para la prevención del virus, para quien desobedezca las leyes del Estado, para enfermos, familiares directos del ‘contagiado’ o casos ‘sospechosos'”.
El mismo argumento comunista de los Gulags soviéticos a los “prisioneros políticos de oposición” al Estado Socialista, de los Nazis para judíos, de los Guevaristas para homosexuales y los Maoístas “centros de educación y formación profesional” para uigures, taoístas y cualquier religión disidente al ateísmo Marxista-Leninista, regímenes donde sólo puede haber un dios: el estado.
El ejemplo más crónico es Formosa, una de las 23 provincias de la República Argentina. Gildo Insfrán (Gobernador del Estado desde hace 25 años, e íntimo amigo del Presidente Kirchnerista Alberto Fernández), ha destruido por completo la libertad en el estado formoseño. Llevando a cabo las mismas prácticas extremistas de lesa humanidad que hemos sufrido prácticamente todos, estés donde estés, este personaje ha llevado más allá el nivel de tiranía despiadada.
Con el nombre de “centros de aislamiento”, ha creado una serie de más de 100 recintos improvisados (escuelas, gimnasios, hoteles, entre otros) donde mantiene confinados de forma obligatoria a miles de argentinos enfermos del virus PCCh y personas sanas (incluidos menores de edad), bajo condiciones deplorables; comida austera a través de rejas (hasta podrida), control de posesiones personales (redes sociales y móviles de los internos), pésima higiene (irónicamente, recluyéndolos por esa misma justificación), control de tiempos hasta para ir al baño (15 minutos), intimidación, agresión y un sinfín de atrocidades dignas de cualquier régimen totalitario.
El abogado argentino Juan Sebastián Montoya, externó el modus operandi del régimen al diario Clarín:
«Van, los buscan y los meten a esos centros. Entran de madrugada a las casas, sin Orden Judicial y los llevan allí, de modo compulsivo, sin el consentimiento de la gente. A la noche para dormir, las habitaciones son cerradas con llave. Eso funciona como una cárcel.»
Estas mismas prácticas, ya se están llevando a cabo en otros países del ‘primer mundo’, como Alemania, Nueva Zelanda y China, hasta el día que es redactado este artículo.
Estas nuevas cárceles para disidentes del Siglo XXI, ya tienen semanas funcionando en diferentes partes y continentes del mundo. ¿Qué nos da la seguridad que los siguientes no seremos nosotros? Nada, tristemente nada. A través de este medio, hacemos un llamamiento a la paz, a la oración, a que la justicia divina ponga pronto a los tiranos en su lugar y principalmente a que te protejas y prepares, porque probablemente este artículo será premonición antes de lo pensado.