Por: Abraham Garza Alemán
Antonio Gramsci, nació el 22 de enero de 1891. Hizo aportes sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística, además de ser uno de los fundadores del partido comunista italiano.
La primera vez que Gramsci tocó el tema de la “hegemonía” fue en su escrito: “Algunos temas de la cuestión meridional”, este y otros escritos más, fueron escritos mientras se encontraba encarcelado por el régimen de Mussolini.
Asimismo, Gramsci en su obra: “cuadernos de la cárcel”, Gramsci aborda el problema de la división existente entre la Italia industrial del norte y la Italia agraria del sur, y el rol hegemónico que debe asumir la clase obrera frente al campesinado que, según términos de Lenin, “golpear juntos, marchar separados”. Ya que para Lenin las pretensiones obreras y campesinas eran muy distintas, pero a la vez era necesario contar con el apoyo de los campesinos, ya que como recordaremos, en la Rusia zarista la clase obrera era una minúscula minoría, mientras que los campesinos formaban el grueso de la población.
Mientras que en Italia las cosas eran diferentes, ya que el norte estaba mucho más industrializado mientras que el sur estaba dominado por el campesinado. Ahora bien hagamos un breve paréntesis antes de continuar, en la tercera parte hablamos acerca del seguimiento de la idea de “socialismo científico”, y recordemos que Marx creía que cada clase tenía una función en específico, la burguesía debía derrocar el feudalismo, mientras que el proletariado debía derrocar a la burguesía, para que después de un breve periodo conocido como “la dictadura del proletariado”, se instaurase una sociedad comunista donde todos vivirían felices y satisfechos.
Por lo que Gramsci define la hegemonía en los siguientes términos: “El proletariado puede convertirse en clase dirigente y dominante en la medida en que consigue crear un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar contra el capitalismo y el Estado burgués a la mayoría de la población trabajadora, (…) en la medida en que consigue obtener el consenso de las amplias masas campesinas. (…) Conquistar la mayoría de las masas campesinas significa (…) comprender las exigencias de clase que representan, incorporar esas exigencias a su programa revolucionario de transición, plantear esas exigencias entre sus reivindicaciones de lucha”.
Fue Gramsci quien empezó a visualizar la necesidad de entender mejor las exigencias de los grupos campesinos, e ir más allá que una simple alianza sino generar un vínculo mucho más fuerte y estrecho en la lucha contra el capitalismo.
Y es en este punto donde se produce un cambio radical, ya que Gramsci hace una observación bastante interesante, ya que empieza a comentar que la clase burguesa del sur está siendo dominada gracias al trabajo de los intelectuales. Hay una dominación no solo física o económica, sino cultural, algo impensable para el Marxismo clásico, ya que este era plenamente materialista.
Gramsci menciona al filósofo liberal-conservador Benedetto Croce como uno de los responsables de esta hegemonía burguesa sobre los campesinos y citó el volumen 1 de Antología:
“Benedetto Croce ha cumplido una altísima función «nacional»: ha separado los intelectuales radicales del sur de las masas campesinas, permitiéndoles participar de la cultura nacional y europea, y a través de esta cultura los ha hecho absorber por la burguesía nacional”.
Y como comentaba anteriormente, esto era impensable ya que según Marx, toda lucha cultural, política o jurídica era completamente innecesaria e ineficaz, la única manera de lograr un cambio verdadero era mediante el uso de la fuerza, de una revolución armada. Mientras que Gramsci empezaba a notar cada vez más la importancia de una revolución cultural. Es aquí donde hay un cambio radical de paradigmas.
Para Gramsci existía un vínculo muy claro entre la hegemonía y cultura, ya que mediante el aspecto cultural e intelectual la burguesía italiana lograba hegemonizar al campesinado del sur, y es aquí donde Gramsci empieza a plantear la importancia de la proliferación de intelectuales socialistas, pues ¿Quién mejor que los intelectuales para lograr cambios culturales? Y cito:
“También es importante que en la masa de los intelectuales se produzca (…) una tendencia de izquierda en el sentido moderno de la palabra, o sea, orientada hacia el proletariado revolucionario. La alianza del proletariado con las masas campesinas exige esta formación; aún más lo exige la alianza del proletariado con las masas campesinas del sur”.
Por lo tanto, podemos decir que la idea “hegemonía” de Gramsci superó la idea original, ya que esta idea, contraria a la de Lenin, se diferenciaría en que sería intelectual, en vez de una simple alianza política y económica, o como planteaba Plejanov, que era asunción de tareas externas a la propia clase. Esta hegemonía va más allá porque trata la revolución desde el punto de vista de los valores, creencias, identidades, e incluso sentimientos, en conclusión, cultural.
A este punto podemos observar que para Gramsci, la batalla cultural era mucho más importante que la armada, a diferencia de Lenin o Marx, que proponen un golpe armado y destruir el estado para implantar una dictadura del proletariado, Gramsci va más allá, ya que él propuso que el estado debería se permeado desde la sociedad civil e irse apropiando de las instituciones poco a poco mediante la cultura, ya que el estado no se destruye acabando con el ejército o la burocracia, sino cambiando la “concepción del mundo” y reemplazarla por una nueva. En pocas palabras, dar una lucha cultural que destruya la hegemonía ideológica de la “clase dominante” desde el mismo estado.
Y esto lo podemos ver en la izquierda moderna, ya que planean usar todo el aparato represor del estado para callar a todo aquel que no esté de acuerdo con su agenda política, esto lo podemos ver en las cada vez más represivas y autoritarias leyes contra nuestras más elementales libertades.