Por: Ricardo R. Olivares
El 07 de octubre de 2020 será marcado y recordado como un día muy doloroso en la historia del México moderno, el fallecimiento del Ingeniero Mario Molina, quien honró a México en 1995 siendo uno de los pocos compatriotas que tenemos que han logrado ganar un premio Nobel, en este caso el de química.
Parece una broma cruel que la dolorosa muerte de este hijo de nuestra patria haya ocurrido en un momento áspero para el campo científico en México, pues vivimos la polémica en un momento en el cual MORENA y el presidente Lopez Obrador, se han dispuesto como parte de los cambios dirigidos a establecer su “Cuarta Transformación” a hacer importantes reducciones a los campos de la cultura, el deporte, las artes, pero muy en especial a la ciencia y tecnología.
No deberá sorprendernos que el Ingeniero Molina siempre fue un crítico, desde sexenios pasados del apoyo mezquino e insignificante que el estado mexicano siempre ha otorgado al campo científico, permitiendo desde hace décadas que nuestras mejores mentes se pierdan en la pobreza y el anonimato o en el mejor de los casos sean acaparadas por el extranjero, desgraciadamente vemos que la lucha del Ingeniero seguirá perdida durante la administración de MORENA.
La muerte de este héroe nacional debe ser motivo de pena para todos, pero muy en especial debe ser motivo de reflexión, pues parece una señal casi divina de que en México se están dando las estocadas finales para terminar de matar a nuestro campo científico y tecnológico, desgraciadamente ningún gobierno ha visto jamás las áreas de oportunidades que nos hemos perdido por desdeñar las ciencias.
Mientras países como Japón, con poblaciones similares a la de México y muchos menos recursos naturales y territoriales deben el éxito en su calidad de vida en gran parte a que han logrado ser referentes mundiales en ciencia y tecnología, nuestro gobierno considera que es una mejor inversión destinar nuestros recursos a sus programas clientelares destinados a traficar con las esperanzas y las necesidades de nuestro pueblo.
No dejemos que la lucha del Ingeniero Molina muera con él, es necesario que exijamos apoyo para nuestros cerebros, debemos establecer una cultura que otorgue merito y recompense a las mentes capaces de llevar a México al futuro, nuestra área de oportunidad es enorme, tomarla o no depende solo de nuestra voluntad.